6) El comportamiento Social
Cierto día de enero del 2021, después de leer los comentarios que aparecen en el mensaje de aquella semana, del vocero organizacional COVID de Querétaro, me surgieron las siguientes reflexiones (entre otras que después comentaré), vi muchos comentarios violentos que sugieren obligar a todos a usar cubrebocas y sancionar a quienes no acaten las medidas de mitigación.
Cubrebocas hechos a mano con la tela de una blusa
Mi reflexión:
De ningún fenómeno social o natural debemos esperar que el comportamiento de los individuos o de los parámetros a evaluar sea absolutamente homogéneo, siempre debemos esperar que haya diferentes formas de comportamiento. Ante la pandemia de COVID 19 la expectativa debe ser la misma, no todos los individuos acatarán las medidas dispuestas para la mitigación o para el control. Las razones para actuar de una u otra manera pueden ser muy variadas y pueden abarcar desde situaciones meramente circunstanciales y azarosas, hasta acciones o inacciones declaradamente rebeldes y opositoras, describirlas, clasificarlas y analizarlas es tarea de los sociólogos y los psicólogos sociales. Pero seguramente detrás de ellas hay sentimientos relacionados con haber sido objeto de discriminación, despojo, abandono social, corrupción, desigualdad social, engaño, usurpación y violencia, provocados, favorecidos e invisibilizados por el gobierno, la sociedad y las instituciones.
El estudio científico de los fenómenos naturales y sociales se hace mediante análisis estadístico y en el procedimiento de evaluación matemática siempre se considera que habrá comportamientos fuera de lo normal, así como un rango de certeza en los resultados y un cierto rango de error en los mismos. Si aceptamos y reconocemos que este fenómeno pandémico tendrá exactamente ese mismo comportamiento, resultaría inútil y desgastante esperar que el 100 % de los individuos actúen en bloque y apegados a un solo lineamiento. Sin embargo, es importante saber que con un cierto porcentaje de la población que acate las medidas, será suficiente para amortiguar el impacto y moderar los daños.
Si nos acogemos a esta lógica de pensamiento, no solo estaremos trabajando en favor del bien social, sino también en favor de nuestra salud personal, pues el deseo de incidir sobre el control social mediante la imposición, sólo nos traerá estrés, angustia y desgaste (físico, emocional e intelectual). Nuestra participación individual sí puede tener impacto positivo en lo social, pero sólo mediante la comunicación asertiva y en corto, en nuestra casa, en nuestro negocio, en la calle cuando vamos pasando, pidiendo las cosas como nos enseñaron las abuelas, diciendo por favor y gracias. Parece un aporte insignificante, pero sí deja huella en nuestra pertenencia social y colectiva.
Según se puede observar, tanto en las pláticas de banqueta como en las redes sociales, el comportamiento diferenciado de la sociedad es causa de coraje, de rencor y hasta de odio, sentimientos que operan exactamente en sentido contrario de lo que supuestamente queremos corregir con nuestra crítica y aporta una razón más a las que ya de por sí tienen los que no acatan las medidas.
7) Los que pidieron millones de pruebas
Un día de agosto del 2020, escuché en el programa de Carmen Aristegui la intervención de Carlos Páez (especialista en datos estadísticos y redes sociales), en una nota en la que se refería al análisis del Covid 19 y las pruebas. En la nota escuché muchos datos que me parecieron incongruentes, superficiales e ilógicos, además de que no se refirió a fuentes como la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panaméricana de la Salud o la propia Secretaría de Salud de México; pero la frase que más me impresionó de su nota es la siguiente: "Estoy seguro que la estrategia que se tomó de cuidar la ocupación hospitalaria falló, porque hoy hemos gastado mucho más dinero entre crisis económica, y la propia crisis de la pandemia, y haber hecho millones de pruebas más, seguramente hubiera sido mucho más económico en términos absolutos y hubiéramos probablemente dejado ya atrás al virus".
Si leemos bien estas palabras, nos dice que falló el cuidar la ocupación hospitalaria, eso según veo no es cierto, los hospitales no se han saturado, quizá algunos en la Ciudad de México y en algunas otras ciudades muy urbanas, pero hubo lugar disponible en otros hospitales y en otras ciudades. No tuvimos que ver a la gente muriendo en las calles. Si se ha gastado mucho más dinero entre las crisis económica y la pandemia, ¿podría decirnos de cuánto es esa diferencia de gastos? Su fuerte de Páez son los números, debería completar la tarea para tener los datos duros y no sólo frases duras. Me surgen entonces las siguientes preguntas para el especialista, o para quien las pueda responder: ¿Páez, cual es la probabilidad en términos estadísticos, de que, de haber hecho millones de pruebas más ya hubiéramos dejado atrás al virus? ¿Realmente alguien podría haber evitado el contagio haciéndose una prueba? ¿Con una prueba, un enfermo ya no habría necesitado medicamentos, intubación, terapia de rehabilitación y atención psicológica? Ningún país ha dejado atrás al virus, allí sigue, ha disminuido la velocidad de contagios en muchos países, en otros hay rebrotes, al parecer sólo en Groenlandia no ha llegado la enfermedad, pero el virus no nos ha dejado atrás, nos sigue acompañando. Así que de haber gastado en millones de pruebas ¿Qué y cuánto habríamos ganado los mexicanos? y ¿Qué tal si nos habla de lo que habrán podido ganar las empresas que venden las pruebas, qué empresas son esas, dónde se fabrican las pruebas? ¿Qué opinan ustedes de estas frases sin datos y argumentos que escuchamos sin escuchar todos los días?
Lavamanos instalados por el gobierno municipal de Cadereyta para reforzar
la medida de lavado continuo de manos.
8) Un nuevo virus en un sistema de salud abatido
Hace 40 años se instauró en México una política de alta burocratización llamada “la renovación moral de la sociedad”, que propició un aumento vertiginoso de la corrupción en cada trámite o servicio brindado por el gobierno. Como consecuencia la población abominó toda la incompetencia y el abuso operativo de esas instituciones: la Banca Nacional, Teléfonos de México (hoy TELMEX), IMEVISION (hoy TV Azteca), CFE, ISSTE, IMSS, PEMEX, etc. Años después y muy a modo, el sistema neoliberal propuso privatizarlas a todas y casi nadie se opuso, ya que significaba deshacernos de problemas y reducir los gastos del gobierno, mientras los nuevos dueños se empeñarían en brindarnos “mejores servicios”, “sanos”, “eficientes” y “baratos”.
Ahora nos damos cuenta de que esas empresas eran realmente muy rentables, ya que sus dueños son los hombres más ricos del país y el banco BBVA de México es el más rentable de esa firma a nivel mundial. Sin embargo sabemos que esas empresas siguen siendo caras, deficientes, abusivas o corruptas.
En muchos casos la privatización fue total, en otros se subrogaron los servicios, se otorgaron concesiones o se favoreció la inversión privada; en consecuencia, hay cientos de particulares que nos venden lo que las paraestatales necesitan (empleados, transporte, servicios, insumos), mientras no existió suficiente inversión del estado para sostener lo que le quedaba. El sistema de salud es una bella muestra de estos hechos.
La pandemia nos llegó cuando el sistema de salud estaba deliberadamente abatido, el número de clínicas era absolutamente insuficiente, no había médicos y especialistas suficientes, ni abasto regular de medicamentos, cuando para hacerte unos estudios tienes que esperar meses o pagar por fuera, cuando millones de mexicanos no tenían seguridad social garantizada y sólo contaban con consultorios adyacentes a farmacia o a un limitado seguro popular en proceso de transformación.
Sin embargo, al llegar la pandemia se comenzaron a escuchar las siguientes declaraciones: miles de médicos contratados, hospitales abandonados que ahora están en reparación, construcción de nuevos hospitales y clínicas, inversión para insumos médicos, diseño y manufactura en México de respiradores (algunos hechos en Querétaro), convenio con hospitales privados para la atención de pacientes del sector salud, capacitación de emergencia para médicos en grandes equipos de trabajo, ampliación del número de aspirantes al examen de residencias médicas (examen de élite al que muy pocos médicos pueden aspirar).
Tampoco se había escuchado antes a ningún funcionario público hablar con autoridad y alto nivel de conocimiento sobre estadística, atención primaria a la salud, administración de servicios de salud, cooperación interinstitucional, economía en salud, demografía, control de enfermedades transmisibles, vigilancia epidemiológica y mucho más.
Los datos, las cifras, los manuales y los materiales de consulta a los que me refiero están disponibles en internet (documentos y videos), lo cual también es una de las novedades de esta
nueva normalidad, ya que nunca como ahora, la prensa y los ciudadanos tienen la oportunidad de preguntar, cuestionar e investigar sobre el trabajo que hace la secretaría de salud.
La oportunidad de aprender, y analizar está abierta todos los días de la semana a las 7:00 pm en la conferencia de salud Covid 19, en Youtube. No desperdicie la oportunidad de aprender y juzgar por usted mismo.
9) El trabajo de las mujeres en la pandemia
Es muy fácil decir: si tienes síntomas de Covid 19 aíslate, que te den dos semanas de permiso en tu trabajo para que termines de curarte y puedas regresar a la nueva normalidad. Pero si no has vivido la experiencia real de que tu hija llegue un día del trabajo con síntomas de “gripa” y al otro día no pueda levantarse de la cama, en realidad no tienes idea de lo que sucederá en esas supuestas dos semanas de aislamiento. A los tres días ya están enfermos todos en la familia: papá, mamá, las niñas de la hermana mayor y puede que hasta el hijo joven y sano que lleva una dieta saludable y hace ejercicio para no subir de peso. Todos tendrían que aislarse y no deberían tener contacto con otras personas para no contagiarlas, pero entonces ¿Quién va a ir al mercado? ¿Quién va a ir a abrir el negocio? ¿Cómo vamos a ir a pagar la luz que se vence mañana? ¿Quién nos va a llevar a consulta? ¿Quién va a ir por los medicamentos? ¿Quién va a tener fuerzas para atender los a todos?
Quienes no hemos vivido esta calamidad no alcanzamos a comprender que se trata de una emergencia social, que al igual que otras emergencias como terremotos e inundaciones, requiere de nuestro mayor esfuerzo para resolverla, para no dejar aisladas a las familias que lo padecen, para no permitir que la sociedad se desmorone y pierda sus lazos.
Es fundamental no discriminar a las personas que están enfermas, ni pasar la noticia como si fuera una vulgar intriga. Ellos NO están en este trance por ser culpables de algo o por merecer algún castigo, simplemente se contagiaron y la enfermedad puede llegar a ser mortal. Lo que se necesita es apoyo y confianza.
Todos necesitamos salir a trabajar, no podemos permanecer aislados, todos estamos expuestos y no hay que buscar culpables, cultivemos nuestra tolerancia: no regañes, no te enojes y aplica todas las medidas para no enfermarte; pero si llegara a suceder, debemos ser
conscientes de que vamos a necesitar ayuda. Hagamos un plan, por si las dudas: la familia es nuestro primer recurso, después nuestros amigos o vecinos. Tenemos que platicarlo con anticipación, podemos preguntar si de la tienda, la farmacia o la tortillería nos pueden llevar mercancías a la casa, y podemos pedir que un familiar apoye en los trámites, pagos o gestiones que llegaran a requerirse.
Es innegable que gran parte de todas estas tareas recaen en las mujeres, somos nosotras las que estamos en la primera línea de atención, para llevar comida, para suministrar medicamentos, para brindar apoyo emocional y para acompañar, y todo esto lo hacemos como parte de nuestro instinto natural por AFIRMAR LA VIDA.
En las últimas semanas he visto a muchas mujeres trabajar para sus familias, amigos o vecinos. Ellas se cuidan todo el tiempo de no enfermar, procuran no desfallecer y no abandonan a quienes las necesitan. Sin darse cuenta ellas están tejiendo una red que no existía o que había sido olvidada, una red que puede ayudar a sanar el tejido social de una comunidad en la que también he visto indiferencia, egoísmo, enojo, rencores casi milenarios y apatía.
Reforcemos este vínculo comunitario para darle otros alcances, que vaya más allá de esta pandemia y nos fortalezca como sociedad, como si fuera un juramento sagrado: “juntas en la salud y en la enfermedad”. Dedicado a Silvia Gómez, Atziri y Monse Martínez, Clara Morales, Ilse Alonso, Griselda Martínez y Gaby de Zituní.
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