Gas de Lutitas y Reforma Energética

Gas de lutitas y reforma energética
Parte 1
Lutitas de la Sierra de El Doctor, Cadereyta, Qro.
Desde ya hace algunos años se sabe que el petróleo disponible para el mundo (y para México) se está acabando y que cada vez es más difícil y más costoso acceder a él; entonces había que buscar alternativas para la sustentabilidad de este modelo de vida basado en el progreso y en la superación económica de las empresas, las industrias y los mercados financieros.
La alternativa comenzó a ser investigada y trabajada desde hace más de 30 años (1981) en Texas, dando como resultado, después de 20 años, la definición de una tecnología combinada que facilita la extracción de un tipo de gas que se encuentra fuertemente embebido en un tipo de roca sedimentaria llamada Lutita. Dicha tecnología se compone de dos fases: 1) la fracturación hidráulica de la roca (para liberar el gas mediante agua y sustancias químicas) y 2) la construcción de pozos horizontales a lo largo del manto rocoso para abarcar la mayor superficie posible de cada yacimiento (la razón por la que este procedimiento incluye la perforación horizontal es porque los pozos se agotan muy rápidamente si sólo se perforan de manera vertical).
Una vez que este método de extracción no convencional de gas se comprobó y comenzó a ser lucrativo en Texas, las empresas petroleras de Estados Unidos comenzaron a expandir su productivo proyecto hacia otros estados de ese país, en donde existe el mismo tipo de rocas. Y una vez más vieron que era bueno (el método), y ya que encontraron numerosos yacimientos potenciales tanto en el Centro-Oeste y como en el Norte de E.U. y que los comenzaron a explotar jugosamente, decidieron que esto no era suficiente, que entonces deberían lanzarse a buscar el mismo tesoro en cualquier otra parte del mundo. Así comenzó la etapa de la prospección global del gas shale. El mapa mundial de las cuencas con potencial establecido abarca ahora casi todo el mundo: Canadá, México, Argentina, Europa central y Europa oriental, China, el norte y sur de África y Australia, habiendo aún algunos territorios por explorar. Pero una cosa es la prospección y otra la explotación.
Por una parte, el modelo de propiedad de la tierra y la posesión de derechos sobre el uso del subsuelo, en Estados Unidos, les permite a los terratenientes explotar libremente los recursos que haya debajo de sus predios. Mientras que la existencia de numerosas empresas locales y regionales, operadoras de la industria energética y petrolera en ese país (que muchas veces son los mismos terratenientes), les permite a las grandes corporaciones tener suficientes empleados para desarrollar todas las actividades de exploración y desarrollo de los yacimientos.
Este modelo no se repite en todo el mundo. En Europa cada Estado es dueño de los derechos de explotación del subsuelo y los grandes consorcios multinacionales o las compañías petroleras estatales controlan toda actividad relacionada con la extracción de hidrocarburos. Entonces, el modelo calado y probado en E.U podría no llegar a ser replicable bajo estas condiciones.
Había que buscar también, como parte de la prospección geológica, los lugares en donde sí se podrían dar esas “otras” condiciones necesarias para la explotación bajo el modelo diseñado.
En México, país que resultó ser el sexto (o cuarto, dependiendo de las fuentes consultadas) en riqueza potencial de este recurso, el modelo ejidal de propiedad de la tierra, los derechos de explotación del subsuelo en manos del estado y la operación petrolera concentrada en una sola empresa paraestatal empobrecida y ultrajada, tampoco permitirían la explotación libre y sustanciosa del gas de lutitas. No obstante, la generosa disponibilidad gubernamental para reformar estas condiciones, abrió ahora la puerta para la explotación del gas.
En las nuevas leyes se establece que las tierras podrán ser tomadas en “préstamo” a los campesinos y propietarios, quienes podrán llegar a cobrar una renta porcentual de las ganancias de la venta del gas, de entre 0.5 y 3%. Por otra parte, ahora PEMEX no será la única empresa autorizada para la extracción de combustibles. Las empresas mexicanas y extranjeras que lo deseen, podrán abrir sus pozos, extraer el gas y explorar nuevos yacimientos.
Todo parece muy bien resuelto. Podremos tener más gas para generar energía eléctrica, gas que puede resultar menos contaminante que el combustóleo que se usa actualmente porque contiene menos carbono y produce menos gases de invernadero. Sin embargo, la historia no está completa si no tomamos en cuenta la otra cara de la moneda: una larga serie de dificultades tanto ambientales como económicas de las cuales ya nos han alertado tanto los científicos como los habitantes de las regiones en las que se extrae el gas shale en E.U. Por ejemplo: excesivo empleo de agua (en estados de México que no tienen agua), posibilidades de contaminación de los acuíferos por metano y otras sustancias químicas a través de los pozos de extracción, muy baja posibilidad de reciclar el agua empleada para la extracción del gas y además, elevados costos de producción versus muy bajo precio de venta para la exportación.


Sobre estos temas pendientes y otros relacionados con la distribución de las cuencas de gas de lutitas en México se hablará en la segunda parte del artículo.
Referencias









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