En el mundo las festividades navideñas
globales se caracterizan por elementos propios de las culturas del norte de
Europa, como los paisajes nevados, los árboles de Navidad (abetos y otras
coníferas relativamente escasas en México), los muñecos de nieve, los duendes, los
renos y Santa Claus; lo cual aplica, hasta para los países del Cono Sur como
Chile y Argentina, donde la Navidad se celebra en pleno verano.
A pesar de ello, la flor de Nochebuena
es también un elemento característico de esta temporada y no sólo en México,
sino en muchos otros países del mundo, sobre todo en la cultura occidental
moderna.
Este hecho debe ser motivo de orgullo
para nuestra cultura ancestral, ya que esta flor es el único elemento
característico de la “Navidad Global” que es un aporte de nuestras raíces prehispánicas.
Su nombre científico es Euphorbia pulcherrima que significa Euforbia bellísima y en Náhuatl se llama
Cuitlaxóchitl (flor de cuero).
Es originaria del sur y
occidente de México y habita en cañadas cálidas y húmedas. Su característico
color rojo no se encuentra en los pétalos, sino en las hojas que rodean a unas diminutas flores amarillas sin pétalos.
Su historia en relación con las
festividades del solsticio de invierno tiene su origen en la cosmogonía Azteca,
ya que el 21 de diciembre se celebraba el nacimiento de Huitzilopochtli, cuando
el sol llega al extremo sur del horizonte y se producen el día más corto del
año y la noche más larga, esto en el hemisferio norte de la tierra.
En aquella época las ofrendas a Huitzilopochtli
estaban compuestas de flores de Cuitlaxóchitl, ya que su color rojo
representaba tanto el ocaso del sol (que muere para renacer) como el color de
la sangre, que es distintiva de un dios guerrero.
A la llegada de los españoles este rito ancestral se adaptó a la celebración del nacimiento de Cristo, tomando a la flor de
Nochebuena como uno de los elementos permitidos por los frailes para fortalecer
el sincretismo con la nueva religión.
No obstante, fue hasta el siglo XIX
cuando el uso de la flor de Nochebuena comenzó su camino hacia la expansión
global, cuando Joel R. Poinsett (agente diplomático de Estados Unidos en México)
la conoció en Taxco y decidió enviarla como regalo a sus amigos y familiares. Poinsett
además de diplomático era botánico aficionado y le interesaban los cultivos locales,
así fue como conoció la flor cultivada en los hogares rurales del estado de Guerrero.
Pero además de este asunto florístico,
la historia de este personaje en México es aún más importante, ya que su papel fundamental
era el de incidir en la política interna mexicana en favor del imperialismo de
Estados Unidos y abrir los caminos para la aplicación de la doctrina Monroe,
con lo que iniciaría la penetración de su país en la vida del estado mexicano
(tema de actualidad nacional aún hoy en día).
Volviendo a la propagación masiva de
la flor de Nochebuena y su uso en las festividades navideñas globales, este
proceso tiene su arranque en California, durante la primera década del siglo
XX, cuando la familia Ecke (inmigrantes alemanes) comienza a propagarla (seguramente
con mano de obra mexicana) para su venta en temporada navideña, e invaden los
lucrativos mercados de Nueva York y Chicago, aprovechando que su floración
ocurre entre noviembre y febrero.
La demanda fue tan importante, que dio
impulso a una gran industria de propagación y venta de flores, por lo que
lograron colocarla como un verdadero símbolo navideño.
Actualmente nuestra bella flor es
conocida en el mundo con el nombre de Poinsettia, y el día que en Estados
Unidos han señalado para celebrarla y para recordar a su impulsor en la
industria de la floricultura (Paul Ecke Jr.) es el día 12 de diciembre, día en
que también se conmemora la muerte del propio Poinsett.
Toda esta historia está llena de
coincidencias y curiosidades en fechas y hechos. Si leemos entre líneas y
atamos los cabos sueltos, notaremos que se trata de mucho más que una simple historia
de floricultura y Navidad.
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