Uno de los rasgos más sobresalientes y socialmente aceptados de las prácticas medicinales prehispánicas es el Temazcal, en parte porque bañarnos es una experiencia satisfactoria y relajante, arraigada en la historia cultural del hombre y relacionada también con la purificación, tanto del cuerpo como del espíritu; pero además, porque el baño de temazcal ahora está en boga.
En
diversas culturas ancestrales del mundo, como la rusa, la escandinava y las
culturas mesoamericanas, el baño es un ritual relacionado con actividades tan variadas
como lavar los pecados del cuerpo, descargar energías negativas, equilibrar los
humores de frío o calor, facilitar el parto, blanquear la piel o fortalecer los
músculos y la sangre. Para tales propósitos los baños termales y los de vapor
pueden son considerados los más exitosos, ya que la acción del agua caliente y del
vapor generan relajación muscular contra ciertos tipos de dolor, limpieza más o
menos profunda de los poros de la piel, sudoración, cicatrización y
descongestión respiratoria, además de estimular la circulación.
La
palabra temazcal es de origen náhuatl y significa la casa (calli) del vapor (tema).
Esta casa ritual generalmente consiste en una construcción de adobe, ladrillo o
piedra, en forma de bóveda o de cubículo pequeño, en cuyo interior se encuentra
una cavidad a nivel del piso en la que se colocan piedras calientes, sobre las
cuales se aplica agua fría para producir el vapor.
Existen
algunas variantes de este modelo general, pero todas ellas inspiradas en las
antiguas descripciones conocidas de los antiguos pueblos mexicanos, y se sabe
también que el temazcal, además de ser una práctica médica, es una práctica
social y religiosa que ayuda a reforzar la cohesión de un grupo, de una
familia o de una comunidad, ya que siempre se realiza en grupo y mediante un
ritual o ceremonia relacionado con el renacimiento de las personas.
El
uso de diversas plantas medicinales dentro del temazcal es ampliamente
conocido, ya que cumplen con los propósitos terapéuticos ya mencionados. Lamentablemente
muchas de las plantas que actualmente se emplean en esta práctica curativa
pertenecen a especies introducidas a nuestro país desde la época colonial,
mientras que el uso de las especies nativas ha sido desplazado. Es muy común el
uso la sábila, el pirul, el romero y la ruda, que si bien pueden ser muy
terapéuticas, no son las que originalmente se usaban en los antiguos baños
mexicanos.
En
aquellos temazcales mesoamericanos seguramente se usaron plantas como el poleo,
el árnica, el muicle, el sauco, el pericón, la salvia, el cempaxúchil, los
copalillos y hasta el sangregado. Todas ellas especies nativas de Mesoamérica y
con un amplio potencial terapéutico adecuado para el baño de vapor.
Ahora
que nos dedicamos con más interés que nunca a buscar los rasgos mágicos de los
barrios, de los pueblos y de los territorios, el temazcal ha cobrado más fuerza
que nunca para colocarse como uno de esos toques de magia cultural que tanto
buscan los turistas y los practicantes de la vida natural y sustentable, aprovechemos
que en Cadereyta también hay temazcales.
No
obstante que estos temazcales han sido incorporados en tiempos muy recientes a
nuestro territorio semidesértico, el servicio ya se encuentra disponible, y se
presenta como una posible oferta de servicios turísticos locales que nos podrían
ayudar a retener con más fuerza a los paseantes que circundan nuestra región y
que muchas veces encuentran más y mejores atractivos en las poblaciones vecinas.
Al
menos dos de estos temazcales de Cadereyta brindan servicio al público, uno de
ellos, Teocuicacali en la calle Zaragoza No. 51 sur, en el barrio de San Diego
y Yolotsin en la calle Madero No. 15, en el centro de Cadereyta.
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