Cada año en temporada
navideña se avivan una gran cantidad de tradiciones que es muy grato y
necesario conservar, sin embargo algunas de ellas se han convertido en
verdaderos pecados que no debemos cometer ni fomentar, por ejemplo: quemar
basura y llantas para hacer luminarias, comprar mascotas para regalar, usar
dulce de acitrón para el pastel de frutas o para la rosca de reyes y comprar o
saquear cactus, musgo, bromelias (gallitos), flor de piedra y otras muchas
especies de plantas suculentas que se usan en el nacimiento.
Muchas de estas especies de
plantas enfrentan graves problemas de sobrevivencia, por ser de lento
crecimiento y porque su distribución (en muchos casos) se restringe a pequeñas
áreas de terreno, las cuales se encuentran cada vez más amenazadas por el
cambio de uso de suelo para la construcción de presas, basureros, fraccionamientos,
acueductos, carreteras y parques industriales. Esto sin contar con que cada año
se incrementa la demanda de sus frutos para la elaboración artesanal de
postres, helados, mermeladas, aguas frescas y demás platillos de la “nueva”
cocina tradicional mexicana.
Por si fuera poco, las
pequeñas poblaciones de estas especies enfrentan el saqueo y la depredación, ya
sea para su venta ilegal en el extranjero o a nivel nacional para el diseño y
la ambientación de los nacimientos.
Los nacimientos tienen la virtud
de recrearse anualmente, y una gran parte de sus elementos se conservan para ser
utilizados año con año hasta convertirse en verdaderas piezas de colección
familiar; sin embargo, otra parte de sus componentes es efímera y entre ella
muchas veces se encuentran las plantas y el musgo, que van a dar a la basura
después del día 6 de enero.
En algunos casos sí existe
la intención de conservar las plantas, para colocarlas en una maceta y volver a
utilizarlas al año siguiente; no obstante, muchas de ellas mueren en el
transcurso de ese año, ya sea porque no tenemos idea de cómo cuidarlas, o porque
no se adaptan al cambio de hábitat, puesto que la extracción las condena
irremediablemente a la muerte, tal es el caso del musgo, las flores de piedra o
doradillas y las bromelias (gallitos).
La capa de musgo sobre las
rocas y las ramas en un bosque de pinos o encinos es muy difícil de restaurar,
mientras que los gallitos o bromelias requieren de un árbol para sobrevivir.
Los cactus de bosque requieren del musgo para que germinen sus semillas, y al
igual que los cactus del desierto, se reproducen con mucha dificultad, puesto
que la mayoría de sus plántulas mueren en forma natural antes de llegar a ser
adultas y reproductivas.
Las siemprevivas, deditos,
ruedas de la fortuna u orejas de burro (también llamadas suculentas) son más
fáciles de reproducir, pero la mayoría también requieren de una roca cubierta
de musgo o de un árbol para germinar en el bosque.
Ante las notables
variaciones climáticas que enfrentamos hoy en día, el proceso de reproducción
natural de todas estas especies se vuelve más complicado, debido a factores
como: menor humedad ambiental, mayor insolación, variaciones extremas de temperaturas
en periodos muy cortos de tiempo y lluvias catastróficas.
En consecuencia, la opción
para quienes desean tener cactus, musgo y otras plantas vivas en su nacimiento,
es adquirirlos con productores autorizados por la SEMARNAT, de los que tenemos
varias opciones regionales con estas características (viveros y jardín botánico)
para que además nos hagamos el compromiso de cuidarlos durante muchos años.
Los cactus y las
suculentas son plantas que necesitan sol al menos unas horas al día, por eso es
muy triste ver que muchas de ellas viven encerradas en oficinas o en otros
interiores. Tampoco es cierto eso de que los cactus no requieren agua; la
medida del agua que necesitan depende de la especie de que se trata, pero un
riego moderado, una vez cada dos semanas será suficiente para mantener las
plantas sanas y vivas, dispuestas a convertirse en una más de esas piezas de
colección que integran el nacimiento por muchos años, y que también estarán
allí para ayudarnos a redimir nuestros pecados ambientales.
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