Nos han pedido hablar de un artículo con este nombre, se trata de un artículo publicado en la revista “Cuadernos de Nutrición” editada por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Autores: Astrid Ruíz, Dulce Maldonado Pérez y Ricardo Macías Rodríguez, del Departamento de Gastroenterología de mismo Instituto.
El artículo describe que existen dos maneras de consumir
las plantas medicinales: a) directo, cuando se trata de preparar un té o un
producto que contenga a las plantas deshidratadas; b) mediante la extracción de
principios activos por métodos farmacológicos.
En el texto nos dicen que hace falta estudiar las propiedades de muchas de las plantas que componen la herbolaria mexicana. Yo aquí quiero anotar que lo mismo sucede con las plantas de todas las herbolarias del mundo, incluso de la medicina China; pero que en ambos casos (tanto en México como en China), los estudios farmacológicos están en desarrollo. Pero además, en México contamos con la Farmacopea Herbolaria Mexicana, que es un documento expedido por la Secretaría de Salud, en el que se establecen los métodos de análisis y especificaciones técnicas que deben cumplir las plantas y sus derivados para la elaboración de medicamentos y remedios herbolarios; mientras que las especies que no han sido estudiadas farmacológicamente se catalogan como suplementos alimenticios, los cuales son regulados y controlados por COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios). No obstante los autores del texto denominan a esta catalogación como “falta de regulación y desconocimiento”, y nos dicen que trae como consecuencia los efectos negativos.
Sin embargo, yo aquí quiero dejar muy claro que: el uso tradicional y los saberes ancestrales respaldan el uso seguro de las plantas medicinales por milenios.
Y que el problema de riesgo se presenta cuando la
necesidad de atender nuestra salud se cruza con el comercio desleal y
desmedido.
El artículo también nos dice que en los últimos 10 años
ha aumentado el consumo de productos herbolarios y suplementos alimenticios,
así como el porcentaje de pacientes con daño hepático debido a este consumo, nos
dice que de 7 % pasó al 20 %; pero los casos estudiados para el texto
ocurrieron en Estados Unidos. No nos presentan datos para México.
La parte central del
artículo es un cuadro de 55 especies de plantas medicinales que favorecen el
riesgo de hepatotoxicidad. Es importante resaltar que el texto dice
literalmente “favorecen el riesgo de hepatoxicidad”, más no: “producen daño
hepático”. El lenguaje científico es muy específico y por eso esta nota es
importante, porque no es lo mismo decir favorecen daño, que causan daño.
Lo que ellos nos aclaran es
que se trata de plantas que si fueran consumidas en exceso o mal combinadas con
otras especies tóxicas o algunos fármacos, entonces hay mayor riesgo de llegar
al daño hepático.
Por tratarse de un texto de divulgación científica seria,
las especies mencionadas en el cuadro están referidas por nombre común y nombre
científico, así que esto facilita mi análisis.
De las 55 especies, puedo decir que 29 de ellas son muy
poco comunes en la herbolaria tradicional mexicana, por ejemplo: Usnea dasopoga,
que es un liquen que crece sobre la corteza de los pinos y los encinos en
bosque húmedos. De acuerdo con las referencias comunes de internet,
supuestamente ayuda a bajar de peso y reduce las posibilidades de padecer
cáncer. Sin embargo no es lo más común utilizar esta especie en México.
Otras 20 especies de este cuadro son relativamente poco
comunes, por ejemplo: Equinacea, de la que se ha comenzado a popularizar su uso
como refuerzo de las defensas del cuerpo ante enfermedades respiratorias, sin
embargo no es una especie que se consuma a diario o en altas concentraciones.
Nosotros en la botica sólo la recomendamos en microdosis y por periodos
definidos de tiempo: cuando cambian las condiciones climáticas, para evitar
enfermarse de tos y gripa.
Del resto de las especies del cuadro, cuatro causan
confusión, por ejemplo: Verbascum densiflorum o hierba del gordolobo, que no es
el gordolobo que normalmente usamos en México, nosotros consumimos normalmente
Gnaphalium spp.
Por otra parte, también hay otras cinco especies de las
que sí se emplean comúnmente y que son relativamente riesgosas en su uso y
consumo; sábila, gobernadora, hierba mate y té verde. Estas dos últimas contienen
cafeína y si no se advierte de su contenido, puede causar daño no sólo
hepático, sino de estrés o diuresis en personas sensibles.
Un dato muy importante para destacar en este texto, de mi
parte, es que la mayoría de las plantas mencionadas se emplean en suplementos
alimenticios muy comerciales, recomendados para bajar de peso. Y el texto
refiere en particular, a la marca herbalife como una de las que más plantas que
favorecen el daño hepático emplea en sus productos y no advierte a sus
consumidores.
Aquí añadiré, que el entrenamiento que reciben los
promotores de esta marca y otras afines, es couching de ventas y supuesta
superación personal, más no en materia de salud, medicina tradicional,
herbolaria, fitoterapia o farmacología.
Por todo ello, el problema verdadero es, que el capitalismo pervierte nuestras prácticas y saberes ancestrales y no debemos permitirlo.
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