Todos los días, desde muy temprana hora y a pesar del frío, el calor o la lluvia, en el centro de Cadereyta nos levantamos y vivimos el día a día con el ruidoso y alegre acompañamiento de los pericos que viven en la antena más alta del centro, frente al Baratillo. Estos pericos llegaron hace no mucho tiempo, quizá tres o cuatro años y desde entonces hemos podido observar que de ser uno o dos individuos, han pasado a ser una familia de seis o siete miembros, quizá más, y quién sabe si ya instalados en algún otro sitio.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado al verlos, ¿de dónde habrán llegado?, ¿qué comerán?, ¿pasarán frío?, mientras que otros vecinos tal vez aún no han notado su presencia.
Para dar respuesta a estas preguntas, el primer paso es averiguar de qué tipo de pericos se trata, así que una vez tomadas las fotos correspondientes, tenemos que se trata de Perico Monje Argentino (Myiopsitta monachus). Esta especie es originaria de la región central de Sudamérica: sur de Brasil, Paraguay y norte de Argentina (La Pampa húmeda), donde existen bosques de algarrobos, espinillos y chañares, que son muy semejantes a nuestros mezquitales.
Se trata de aves que miden 30 cm de largo, con un plumaje de color verde brillante y tintes azules en las alas, con el pecho de color gris. Siempre viven en parvadas y forman nidos voluminosos con ramas gruesas en los que tienen uno o varios dormitorios. Prefieren los árboles altos (de más de 10 m) y en este caso han elegido una antena de telecomunicaciones de casi 20 metros de altura.
Su alimentación se basa en semillas, tanto de plantas silvestres como cultivadas, frutos, flores, brotes tiernos de algunas plantas e insectos, que para obtenerlos, poseen un pico muy fuerte y versátil y unas patas muy hábiles que les permiten trepar por los árboles y agarrar su alimento.
Dada su amplia gama de posibilidades de alimentación y de anidación, además de su buena capacidad para adaptarse a casi cualquier condición ambiental, más una pequeña ayuda de sus amigos los humanos, estos pericos han sido capaces de expandir su presencia en el mundo hasta en territorios muy lejanos y climáticamente muy distintos a su hábitat original. Actualmente se tienen registros en países como Canadá, Bélgica, Italia, España (se sabe que en Barcelona se encuentra una de las colonias urbanas más numerosa de esta especie), Grecia y Hawai, además de México, Centroamérica y Cuba (Naturalista de CONABIO http://www.naturalista.mx/taxa/19349-Myiopsitta-monachus); en la mayoría de los casos, se asientan en zonas urbanas y suburbanas, ligados muchas veces a fraccionamientos donde los humanos les brindan comida y les procuran sus sitios de anidación.
Obviamente en estos países se les cataloga como una especie exótica o introducida, es decir que no forma parte de la fauna nativa, por lo que es importante observar y monitorear su comportamiento en caso de que llegaran a representar un peligro para la fauna y la flora locales, ya que por ser muy competitivos en cuanto a la obtención de sus alimentos, podrían desplazar a las aves locales que tienen sus mismas necesidades alimentarias, y también podrían ser transmisoras de parásitos y enfermedades para las aves nativas.
Y ¿cómo llegaron a todos estos lugares del mundo?, la respuesta es simple: se comercializan como aves de ornato y se venden en casi todos los países, por lo que se consideran fauna exótica, y en algunos casos también ya han sido catalogados como una plaga, no solo por su impacto sobre la avifauna local, sino porque han llegado a causar daños a ciertos cultivos, a los árboles en los que anidan o en algunos edificios o estructuras, tales como antenas de telecomunicaciones o de alta tensión.
En nuestro entorno local estos pericos parecen no tener aún un impacto negativo, más bien resultan una amenidad en nuestro día a día, con sus gritos y parloteos o con sus atractivos vuelos en grupo; sin embargo, si no ponemos atención en su dinámica expansiva, y si no nos hacemos responsables de nuestras acciones al comprar y liberar (ya sea accidental o deliberadamente) plantas o animales exóticos al ambiente, algún día padeceremos las drásticas consecuencias del empobrecimiento de nuestra gran, gran riqueza biológica local y nacional.
Suscribo todo esto como parte de mi compromiso profesional y mi filiación con la Estrategia Nacional sobre Especies Invasoras en México
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