Campañas electorales en México: Estrés y angustia y sus efectos personales y sociales


¿Acaso las campañas electorales no están expresamente diseñadas para incidir sobre nuestras emociones? Lo podemos comprobar solo con hacer un somero análisis de los discursos, la publicidad y los eslóganes de cada candidato o partido, pero además lo podemos comprobar académicamente si hacemos una leve revisión bibliográfica sobre psicología política y campañas electorales. Tampoco es difícil reconocer que las emociones básicas que los psicólogos definen, están claramente involucradas en el desarrollo de toda la contienda electoral: alegría, miedo, tristeza, rabia e ira.
Por involucrar emociones, estos acontecimientos inciden directamente sobre nuestro cerebro y también sobre nuestro cuerpo, aunque usted no se percate de ello todavía.
Es bien sabido que ante un impacto emocional podemos enfermarnos de “espanto”, que no es otra cosa que una alteración nerviosa y digestiva caracterizada por insomnio, diarrea, vómito, fiebre, sobresaltos y falta de apetito.
De este mismo modo, todas las campañas políticas, así como toda campaña publicitaria que utiliza la psicología para incidir sobre nuestras emociones (marketing), tendrá efectos secundarios desfavorables para la salud, quizá mucho más allá de lo que nos imaginamos y con alcances desde lo individual, lo colectivo y hasta en lo global; incluso en el caso de que las campañas se diseñen con tonos positivos y optimistas, con canciones y videos alegres y esperanzadores.
Entre los efectos secundarios o conflictos emocionales nocivos que superficialmente podríamos reconocer como consecuencia de las campañas electorales tenemos: odio entre familias enfrentadas temporal o definitivamente por pertenecer a bandos opuestos; miedo ante la amenaza de que si tal o cual candidato es declarado vencedor, recaerán sobre nosotros (casi a manera de castigo divino) escarmientos y condenas de índole política, económica y social; miedo y rabia ante el asesinato de candidatos y políticos (110 hasta el día en que se redactaron estas líneas); tristeza ante la certeza (que casi todo mexicano tiene) de que sean quienes sean declaradas las próximas autoridades, nuestra situación de pobreza, violencia, despojo, falta de inversión pública y corrupción, casi no se verá afectada en nuestro favor, es decir, permanecerá como sigue o empeorará.
Las consecuencias de este involucramiento emocional nos conducen veladamente al estrés y a la angustia, a pesar de que ante algunos de estos conflictos nos hemos hecho aparentemente “inmunes” y otras veces nos parece que son asuntos tan lejanos que quizá nunca nos alcancen.
Es un hecho científicamente comprobado que el estrés y la angustia son causa de muchas enfermedades, ya que al manifestarse la intranquilidad en nuestro cuerpo se pueden producir efectos que van desde la simple tensión muscular, que genera dolor, deficiente oxigenación y desordenes digestivos, hasta la depresión del sistema inmunológico que nos conduce a una gran variedad de trastornos y enfermedades, entre las que se incluyen diversos tipos de cáncer.
Socialmente también hay efectos nocivos sobre la salud de la colectividad, ya que la presencia manifiesta o velada de los sentimientos negativos influye directamente sobre la configuración del tejido social, el cual en México está claramente enfermo, cual si fuera el tejido corporal de un individuo con cáncer o leucemia.
Si las campañas electorales y en general el discurso político no están dirigidos a proporcionar información y datos que incidan sobre nuestro intelecto, quiere decir que quienes han diseñado este esquema de comunicación entre la autoridad y los ciudadanos nos consideran seres en declarada pobreza intelectual, dispuestos a reaccionar emocionalmente a ciegas contra nuestros “enemigos políticos” y tan altamente manipulables que hasta nos alegramos al escuchar el más “ingenioso” plagio de nuestra canción favorita convertida en propaganda de campaña; mientras que por otra parte, somos seres reprimidos e inutilizados para la defensa de nuestros derechos, de nuestro territorio, de nuestros recursos, y hasta de nuestra propia vida, gracias al MIEDO a futuros etiquetados con palabras de las que vagamente conocemos su significado pero que nos han vendido muy baratas gracias al marketing electoral.


Fotografías tomadas en la Cuidad de México el día 7 de Julio de 2012 en una de las Mega Marchas Anti Peña de aquel año de elecciones presidenciales. 

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