Los Muros de Agua


Una prisión rodeada de mar con tiburones, 112 kilómetros de distancia hasta la costa más cercana, trabajo forzado, violación de derechos humanos, tortura, y aislamiento, estas son algunas de las imágenes que vienen a nuestra mente cuando pensamos en las Islas Marías; no obstante, también se trata de una colonia en la que algunos prisioneros y empleados viven con sus familias, en donde hay escuelas, hospital, biblioteca, iglesia, tianguis y panteón, como en muchos pueblitos de México, pero además rodeado de una gran riqueza biológica marina y terrestre y enmarcado por un hermoso paisaje.


Durante la época colonial Hernán Cortés se adjudicó el descubrimiento y la posesión de las islas, pero nunca ordenó su explotación o poblamiento, posteriormente pasaron a ser propiedad privada y a lo largo del tiempo pasaron por varios dueños, sirviendo como refugio de piratas y sólo durante algún breve periodo de tiempo para la extracción de madera de cedro.

En el año de 1905 Porfirio Díaz las convirtió en propiedad federal y decretó que la isla María Madre (la más grande de las cuatro que conforman el archipiélago) se convertiría en Colonia Penal Federal, destinada a recluir “delincuentes peligrosos”; sin embargo, después sirvió también para enviar a personajes que se manifestaban en contra del gobierno: revolucionarios, cristeros y comunistas (muchos de ellos presos políticos).

A partir de 1939 Lázaro Cárdenas autorizó la presencia de las familias de algunos reos en la Isla y entonces se restringió el ingreso de psicópatas y delincuentes sexuales.

Para el año 2000 el territorio tanto terrestre como marino de las Islas Marías se declaró Reserva de la Biosfera, ya que para fines de conservación biológica todas las islas son territorios de muy alta importancia científica, porque en ellos el aislamiento puede generar cambios evolutivos más rápidamente que en los ambientes abiertos y extensos. Las islas también son grades laboratorios en los que los científicos pueden estudiar diferentes procesos bilógicos y ciclos como los del agua y el carbono, que sirven para comprender la dinámica de la vida en la tierra y su problemática, como el cambio climático global y la extinción de especies. En las Islas Marías existen al menos 17 especies de flora y fauna endémicas (es decir, que sólo se encuentran en ese sitio) como el loro cabeza amarilla de las Islas Marías, el mapache de las Islas Marías y el conejo de Tres Marías, además de una gran riqueza de especies y ecosistemas frágiles que están en riesgo de desaparecer en otros territorios, como la tortuga carey y la tortuga golfina, los manglares y los arrecifes de coral, todo ello rodeado de acantilados, playas arenosas, puntas rocosas, islotes y fondos arenosos.


Hoy las islas Marías han dejado de ser una prisión y existe la iniciativa de ocupar las instalaciones de la Isla María Madre para la creación de un centro científico, cultural y ambiental en el que los niños puedan ir a aprender sobre la riqueza biológica de México, para que muchos de ellos puedan ir a conocer el mar y para que los biólogos sigan adelante con sus trabajos de conservación y reproducción de especies valiosas, pero sobre todo, esperamos que sirva para evitar que algún día este territorio se convierta en lo mismo que todas las playas de México: propiedad privada en espera de ser invadida por hoteles de lujo, yates, cruceros, casinos y basura.

Mientras tanto, la violación de los derechos humanos, la tortura, el aislamiento y los reos se irán a otras prisiones, pero en los recuerdos y el imaginario de las generaciones de hoy y hacia el pasado, quedará la huella del sufrimiento por el que vimos padecer a Pedro Infante en la película “Las Islas Marías”. Tal vez recordaremos que allí también estuvieron personajes importantes como José Revueltas, condenado por ser incómodo para el gobierno, militante del partido comunista y a quien le debemos el poético nombre que llevará el nuevo centro científico-cultural “Los Muros de Agua”, que es el título de la novela en la que nos narra la condena de cinco comunistas (cuatro hombres y una mujer) en esta prisión. Y cómo olvidar que la Madre Conchita, Concepción Acevedo de la Llata (monja queretana) acusada de ser la autora intelectual del asesinato de Álvaro Obregón quien también purgó una condena de más de 10 años en esa prisión.


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